martes, 15 de octubre de 2013

La aportación de los grandes filósofos.



La "ciencia de la sabiduría" por excelencia, ¡cuantas veces fue campo de batalla de las ideas! Como en todo, siempre existen al menos los dos inevitables enfoques: el enriquecedor y el contradictorio. Pero, ¿es que siempre esa sabiduría ha de ser una fuente de conflictos?

Por el contrario, en mi opinión, aquellos grandes filósofos que la llevaron a sus más altos niveles son verdaderos pilares en la épica de la Humanidad... ¡Cuánto ingenio y poderío perdidos vanamente!... ¡Hay que recuperar a nuestros filósofos!

¿Por qué buscar la confrontación? ¿Por qué no la concordia?

Cada "gran hombre" ha establecido su pedestal en tarimas pétreas que, contrariamente al deseo de sus críticos, se han mantenido a lo largo del tiempo... El consenso general acerca de la gran talla de un prohombre, debería al menos hacernos reflexionar sobre "sus logros", su "obra principal".

La historia de la filosofía está salpicada de hitos imprescindibles en la evolución del pensamiento humano. Deberíamos, pues, acudir una vez más a ellos.

¿No habéis percibido que en realidad las ideas divergentes, o más criticables de cualquier pensador aparecen en las "fronteras del conocimiento", más allá del "horizonte predictivo" (para usar una expresión más actual)?

Una teoría filosófica (como cualquier otro tipo de teoría) empieza a ser dudosa cuando entra en el terreno de la "especulación" del filósofo, en ese terreno frontera (horizonte predictivo) caracterizado por la "falta de información". Pero esto mismo ocurre con la misma ciencia: en el interior de ese "espacio" limitado por su horizonte predictivo "es cierta", fuera no.

¿Por qué no nos esforzamos en entresacar toda esa formidable sabiduría de los grandes filósofos para usarla como "catapulta" hacia el futuro?... Podría criticársenos por el hecho de que esa "extracción" de sabiduría, por el mero hecho del procedimiento utilizado en la misma, está ya sesgada. Al fin y al cabo es lo que desde antiguo se ha utilizado para "justificar cualquier ideología"... La novedad ahora estriba en utilizar un procedimiento más aséptico, al tener muy en cuenta tales horizontes predictivos.

Es evidente que todo enunciado que se refiera a situaciones que entran de lleno en niveles tecnológicos a los que no se había llegado en épocas pretéritas, está fuera del horizonte predictivo y por ello debe ser rechazado. Esto último puede aplicarse a aquellos que aún actuales o contemporáneos, están enmarcados en áreas distintas a las propuestas originalmente, donde sí gozaban de un amplio consenso. Por desgracia esta situación es mucho más usual que lo que parece, si no fijémonos en la cantidad de especulaciones vertidas por científicos fuera de los campos en que realmente son autoridad (y como abuso, las declaraciones de muchos premios Nobel fuera del ámbito de sus respectivas especialidades). Simplemente, son enunciados emitidos en espacios "más allá de su horizonte predictivo", por lo que no debieran gozar de demasiada credibilidad.

Mas, muchos de los grandes logros, la sabiduría a la que me refiero, tan cercana a lo que llamamos realidad (que comprende tanto a la ciencia como al campo artístico o el poético), por suerte, al al estar referidos sustancialmente a la propia naturaleza, la interioridad del ser u otros aspectos subjetivos del hombre, son muchas veces atemporales, por lo que suelen tener vigencia casi en cualquier época. Es a ellos a los que debe dirigirse nuestra mirada, sobre todo en la búsqueda de una nueva teología "renovada", la cual no precisa dejar caduca u obsoleta la anterior: una teología de los "nuevos tiempos". Y a ello se llega, simplemente, tras un "retoque" basado muy fundamentalmente en el aporte proporcionado por la sabiduría de nuestros "maestros filósofos".

En mi opinión, la lección que nos dan los genios de la filosofía es muy clara: el pensamiento es realmente filosófico cuando busca y abarca lo universal del diálogo. Las "discusiones" son básicamente medios de comunicarse entre sí los filósofos, y con el Logos como sistema total de significados. La apertura propuesta hacia los otros es en sí acceso al Logos: el devenir del espíritu elevándose hacia la unión.

La filosofía enseña que toda unidad parcial deshumaniza. Según Hegel, lo verdadero es el Todo. La verdadera unidad debe ser la unidad Total, y así lo proponen grandes filósofos como Hegel, Husserl o Bergson, a la vez racionalistas, románticos y filósofos de la historia. (Las tres grandes corrientes filosóficas del siglo XIX, como dimensiones del hombre: razón, corazón y libertad). Para Hegel el racionalismo alcanza su apogeo cuando guarda en sí las dimensiones no racionales de romanticismo e historia. Husserl, a su vez, invita a la subjetividad a entrar en la esfera universal de los significados.

La filosofía muestra la insuficiencia de las distintas actividades del hombre; la cojera de las distintas visiones del mundo recaladas en un solo aspecto de nuestra condición como el utilitarismo, el psicologismo, el sociologismo, etc. En fin, invita a meditar sobre la tragedia humana: ese desgarramiento del ser que aspira a la unión.

La corriente existencialista, tan mayoritaria en el siglo anterior, hace prevalecer, como producto de la crisis o la angustia, la existencia sobre la esencia. Su profundo análisis de la existencia hace avanzar considerablemente el sentido de la libertad humana.

Por el contrario, la esencia es el maná del que beben filósofos como el español Zubiri y el alemán Schopenhauer.

(De la obra de Alejandro Álvarez Silva "Nada y Dios")

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