martes, 29 de octubre de 2013

Metafísica de lo inaccesible.

 

"El concepto de Dios omnipresente requiere de ciertos matices. Dios "está en todas partes"... pero en "todas partes donde existan sus criaturas": "Sus" criaturas son "los ojos de Dios", son su presencia: ¡Dios necesita desplegarse a través de su creación para estar presenta cada vez en más y más ámbitos! ¡Es la "explosión de Dios"!

Mas, recapacitemos, si sus criaturas son "sus ojos", son Dios, ¿cómo, entonces, ellas mismas (por ejemplo, nosotros) no son "conscientes", o mejor, no "se percatan" de ser "parte" o el mismo Dios?... Parece como si las criaturas, "vistas" desde fuera, "presenten" los "atributos" de la divinidad (para quien tiene la capacidad de "percibirlo"), y no obstante, desde sí sólo se sienten a sí mismos, cuando no una terrible "vacuidad" (sentimiento existencialista)... Se diría que es un contrasentido, y en consecuencia, una de las dos posibilidades sería falsa...

Pues, yo diría que nos encontramos ante la misma paradoja que representa la llamada "Unidad Múltiple", algo que siempre se ha atribuido al Ser en mayúsculas, al mismo Dios.

Es preciso encontrar un símil, o sencillo ejemplo, que sea capaz de desbaratar tal paradoja.

Imaginemos que ambas cosas son ciertas: Dios aparece en cada criatura para todo observador fuera del mismo ente, y... cada criatura es "poseedora" de sí misma, de su esencia (la libertad del ser vivo así nos lo demuestra; el Ser "radica" el mundo sobre sí). Mas, si Dios está en cada criatura, ¿por qué ésta última no es "consciente", o "se percata" de ello...? Pues bien, hay una forma en que la criatura puede, ahora sí, "percatarse".

Haciendo un ejercicio de imaginación, si el "observador" externo de cada criatura se acerca progresivamente a ésta, en el límite observador y criatura coinciden, entonces, ¿cómo pueden coincidir, también "ambos puntos de vista?... La solución es que la criatura debe "realizar un esfuerzo", el suficiente para que efectuando un "movimiento interno" llegue a ser "observador" de sí mismo: una especie de "desplazamiento" a la "periferia" de su propia naturaleza. De esta forma, en la naturaleza de su Ser, en su esencia convivirían el "sentimiento de su propia naturaleza" y el de su "entroncamiento con Dios": ¡sentirá su propia "divinización"...! Ahí quizás radique el conocido aforismo, presente en la mayoría de las religiones: ¡Conócete a ti mismo!... Así se conoce al Ser, a través de su unificación con el Espíritu Supremo: ¡se hace "Uno" con el mismo Dios!"

(De la obra de Alejandro Álvarez Silva "Accesible e inaccesible")

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