sábado, 19 de septiembre de 2020

Estado de ánimo: concomitancias entre el año 1000 y el 2020


Se ha descrito en numerosas ocasiones el estado de ánimo de la sociedad en la antesala del año 1000. Pues bien, observo no pocas concomitancias entre aquel estado de ánimo y el de ahora... ¡La dichosa pandemia, por supuesto!

Claro está, aunque la "historia se repite", un dicho que nunca es cierto, porque a lo más "se asemeja", sí se advierten parecidos "estados de ánimo"... aunque, en aquellos años de alrededor del 1000, el occidente cristiano, al que se refieren casi todas las historias (no en el mundo indio, chino o árabe, con otros calendarios), imaginaba el fin del mundo, el Apocalipsis relatado en el Evangelio de San Juan (la "contundencia" del número 1000 alimentaba todos los presagios), ahora la pandemia, para mí "sorprendentemente", ha traído esos mismos aires de cataclismo, de gran nubarrón en el horizonte, con una salvedad, la tan manida "globalización" ha sumergido en la negrura, no a una parte de la humanidad, sino prácticamente a toda (los medios de comunicación llevan buena parte en tal hecho)... ¿Dónde queda la esperanza?... Y recordando algo más inmediato, al advenimiento del año 2000 ocurriría otro pretendido desastre, ahora "técnico". Es tal nuestra dependencia de los sistemas informáticos que la simple sospecha de que en ese año los ordenadores (por falta de previsión) iban a "derrapar", fue motivo suficiente para que se llenaran las arcas de las compañías informáticas...

Los catastrofistas, ahora, no solo nos amargan la vida con la presente pandemia (¡ni que no hubieran habido más epidemias en la historia humana!), sino que vaticinan muchas más (¡que se lo pregunten al dueño de Microsoft!)... ¡Levantemos el ánimo, la aventura humana tiene muchos más renglones por escribir!

Ni el año 1000, ni el 2000, ni el 2020 y sucesivos tienen el más mínimo poder sobre la voluntad humana. Su horizonte, que sobrepasó las calamidades de la naturaleza, domeñándola al fin, se dirige ahora hacia la conquista del propio espacio... ¡Que una pequeña mota en el camino sea solo eso!

martes, 1 de septiembre de 2020

Lo que se calla...



No hace mucho, tras varios meses de no haber podido tener una comunicación fluida con un amigo (la pandemia mucho tuvo que ver), por fin tuvimos un animada charla...

Los temas sobre los que transcurrió la misma no eran lo principal, al menos para mí... Lo importante es la desinhibición, el "desencorsetamiento" que se produce cuando se está a gusto, no se tiene nada que ocultar, y cuando no la inspira ningún otro fin que la charla en sí, el intercambio de ideas fluido, sin cortapisas, sin sectarismo ideológico, natural y sobre todo, como dije, esa actitud, en cierto modo, de liberación.

Todo ello me hace sugerir un comportamiento social en el que la creatividad, la salud general en sus aspectos psicológicos y el desarrollo máximo de nuestras potencialidades, encontraría un marco de lo más adecuado y recomendable.

Y es que cuando todo conduce en una conversación más "a callar" que al intercambio libre de ideas sin cortapisas, se empobrecen muy mucho las relaciones sociales, en detrimento de la "espontaneidad", que en mi opinión, es un tesoro poco explotado, y que encierra en sí su verdadera virtud.

Pero eso no quita para que las estructuras y complejidades de las realidades de la sociedad en sus aspectos profesionales, culturales y de estratificación necesaria para su buen funcionamiento, puedan tener su sitio, su lugar idóneo... Sin embargo, abogo, en referencia a lo expresado anteriormente, porque dediquemos un espacio mucho mayor a esa conversación desinhibida a la que aludía, enemiga radical de esa otra cuya característica, a mi modo de ver, gira alrededor de "lo que se calla".

La imaginación humana no tiene límites, y libre de superfluas ataduras, podría proporcionar un avance espectacular, expansivo, siquiera imaginable en el futuro del devenir humano.

MATERIA Y CONSCIENCIA

  El universo de Alejandro Álvarez Silva. Parte   I. Observador del "Hecho Consumado" . Parte  II . Idealismo analítico. Parte III...