jueves, 10 de octubre de 2013

El imperio de la Verdad

La verdad es un bálsamo. ¡Qué sociedad tenemos en la cual el octavo mandamiento está perfectamente eludido!

La globalización no ha sido más, en último extremo, que la puntilla que definitivamente ha terminado por establecer de forma fehaciente el aserto anterior. La globalización tiene el efecto de extender a todo el mundo el paradigma triunfante en cada momento histórico, y desde hace años lo es el "libre mercado", una acepción del capitalismo que trae consigo, a su vez, la occidentalización  del orbe... Y no nos engañemos, el capitalismo, desde un punto de vista social y humano, con su gran dosis de competitividad, al partir de bases tan desiguales, es objetivamente injusto. 

La competencia no sólo se entiende entre empresas, estados u organismos, sino que se extiende a la propia vivencia personal, a la individualidad. Y esta competencia llega a expresarse en todos los ámbitos y manifestaciones cotidianas, constituyendo en realidad una lucha entre semejantes, la pura lucha darviniana de la evolución.

Mas el hombre, nacido animal, también posee una esfera que apellidamos "humanista" ,valga la redundancia, dotada de la dignidad consecuente a su mente racional. Desde su lenguaje, primero oral y después escrito, provino una incipiente moral que debiera regular las relaciones entre los congéneres. Y en esa moral ocupa un primerísimo lugar la "práctica de la verdad": En todas las religiones eso se tradujo en el "¡no mentirás!"... ¿La importancia del mandato lo refleja tal unanimidad?

Y es que creemos que en una sociedad en que aquella premisa fuera cierta en su normalidad, en su generalidad todo iría mejor... ¡Pero hoy en día, mirando alrededor, la verdad "brilla por su ausencia"!... Y lo triste es que una sociedad donde tal sucede es una sociedad enferma.

Y no me estoy refiriendo, ante esta falta de veracidad, a una verdad absoluta, una verdad dogmática religiosa, sectaria o de cualquier semejante índole, sino a tu verdad, aquella que "consideramos la verdad". Significa que no debemos expresar lo contrario de lo que creemos, nuestra verdad, máxime cuando encima hay afán de no sólo mentir, sino engañar, de tratar de confundir (al afirmar lo contrario de lo que pensamos) a los demás. Evidentemente, en multitud de casos se usan tales prácticas en bien propio, apuntándonos a aquellas opiniones que creemos pueden reportarnos más beneficios, aún cuando sepamos fehacientemente que expresan lo contrario a lo que pensamos, es decir, mentimos: ¡la verdad brilla por su ausencia!

En este Blog se aboga por volver a establecer la verdad en todos nuestros planteamientos, en nuestras relaciones con los demás, expresando la verdad siempre en todo momento y lugar, para construir una nueva sociedad, tan radical que, nada menos, establezca "el imperio de la verdad".

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