lunes, 8 de marzo de 2021

Reflexión, tiempo, sensación

Siguiendo con las recomendaciones expuestas en el artículo del Blog Foro Esencia "Las claves del fenómeno cuántico", voy a continuar con el hilo del artículo anterior de este mismo Blog.


Dije que es la reflexión sobre la imagen especular de nosotros mismos en el entorno, la que hace posible la decantación de uno de los estados de la superposición cuántica sobre nuestra interioridad: una consciencia (del observador) que se hace consciente de sí misma, la que a su vez, provoca la "emergencia" de la propia interioridad de la criatura (observador). Mas, ahora, quiero matizar aun más lo que representa tal hecho... Ya sabemos que esa "evidencia" sobre sí mismo que aparece, conlleva sobre la criatura la sensación-emoción, una incursión parcial en el mundo de lo inaccesible (INAC) que trae consigo: entendimiento, sensación, en suma, inmersión en el "mundo de las cualidades"... Pero, no solo eso, sino que también le supone la "aparición del tiempo", esa dimensión a la que estamos acostumbrados y que, entonces, se "incrusta" en lo más profundo del ser de la criatura... Quiero decir que esa nexo-reflexión entre criatura (observador) y su imagen especular en el entorno, hace posible la "cuantificación" del tiempo, "continuo" y por ello "inexistente", de la "naturaleza" del ser, en el archiconocido pasado-presente-futuro... Esa nexo-reflexión construye el "presente" del tiempo para la criatura, presente que significa potencialidad para la "acción" sobre el mundo (entorno). Y yendo más lejos, también la sensación necesita de esa "cuantificación" para existir en el presente, acompañando de esta forma a la acción, lo que en conjunto representa la "actividad", el comportamiento del sujeto... Sin esa "cuantificación" estaríamos ante algo más diáfano, más extendido, más sentimiento general del ser y menos sensación momentánea del presente...

Así que la materia (cuerpo) no limita al ser, y éste no es una "emergencia" de aquel, sino todo lo contrario, el ser lo "supera", desde su posición de elemento de lo inaccesible (INAC). Esa materialidad del cuerpo (con ella, el cerebro), es realmente una "retracción" de las inmensas posibilidades de la criatura, su ser, como elemento del INAC: se comporta como un "filtro" que acota al ser en su presente temporal, algo imprescindible para la acción, pues sin ello no sería posible la propia evolución (crecimiento o decrecimiento) de la naturaleza del ser: su desarrollo (creación de su naturaleza) lo necesita...

Al llegar a este punto, se entiende que tal "acotación" deja de incidir en el "óbito" (el filtro material desaparece -se descompone), resurgiendo el ser en todo su esplendor, fuera de sus limitaciones, dentro del "corsé" de su cuerpo material.

Un apunte más. Aunque la criatura funciona o se manifiesta con "unicidad", un "yo" (salvando los matices que se vislumbran claramente en mi obra Superego), es evidente que soterradamente existen innumerables subsistemas (igualmente vivos) que la conforman de diversa forma, en cada momento y en cada situación... ¿Qué hace posible, pues, esa "unicidad"?... Adivino que es la consecuencia de la aplicación de aquella ley ya expuesta asiduamente en muchas de mis obras, "la ley de semejanza", que hace posible el "entrelazamiento" necesario entre todos esos subsistemas (linfático, cardiovascular, etcétera), para poder actuar como un solo individuo. En este caso, creo que la "unicidad" que presenta el cuerpo material, tiene mucho que ver con el componente genético del núcleo de las células que lo componen (neuronas, células germinales, etcétera), tanto genética como fenotípicamente. Su identidad en todas las células del cuerpo, representa la "semejanza" requerida.

Y hasta aquí, el conjunto de reflexiones que he querido presentar en relación con el desvelamiento del mundo al que llamo inaccesible, cuyo interregno con el del mundo material que nos rodea es esa parte de la Física que llamamos MQ. 

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