miércoles, 24 de marzo de 2021

El mundo de lo inaccesible. El inconsciente vivificador de las ideas

 Dentro del conjunto de ideas que ocupan las mentes, hay una básica que existe desde el primer ser vivo hasta el mismo hombre que es el "yo", primera idea del ser vivo y que sigue conservándose como "yo" aún en el propio hombre, aunque, eso sí, compartida con la otra multitud de ideas o representaciones que anidan en la mente humana. El psiquismo sería la fuerza básica u original que existe en el fondo de toda criatura (algo así como el inconsciente). La mente es el "universo de ideas" de un cerebro; también, por supuesto, donde se "mueve" esa otra idea, el yo. Pero la mente no es patrimonio exclusivo del yo, es más, alguna de tales ideas pueden "desplazar" al yo (no anularlo, quedando como aletargado).


Quien "enciende" las ideas -las pone en movimiento- es el psiquismo básico profundo, no el yo. El cerebro es el órgano que responde más a su visión objetiva (desde fuera). La mente es la mirada del mismo desde dentro. Y esa "mirada" es la que corresponde al yo.

Es, pues, el inconsciente "quien da vida" a las ideas (o las representaciones del interior del cerebro, asimilable a la memoria): ¡El inconsciente es un sumidero de ideas "vivientes"! Esta es, por consiguiente, la clave de la "vivificación" de las ideas, considerando tales aquellas "capaces de mover a los cuerpos".

El inconsciente de un ser vivo es capaz de "incrustar en la materia" (o "traer a la vida") a las ideas. En el hombre muchas veces creemos que es el "entendimiento" quien "trae las ideas" a la mente, es decir, las hace "reales", pero no es más que un espejismo, pues hasta que la idea no se transforma en representación -lo que requiere un cierto sentimiento o una toma de posición- no adquiere "vivificación". Y el proceso se inicia cuando el primer bit de información "siente" su propia existencia en los mismos orígenes del universo. Toda idea "materializada" ya posee en sí el sentimiento de conservación (esta es la característica original de la mente) -lo que representa una "tendencia a la inmovilidad" en un mundo que internamente tenga definido el movimiento, cual el mundo material-, por eso pugnará por "conservarse" en la mente (su verdadero universo).

La clave, pues, sería en cierto modo la identificación de tales ideas con el concepto que hemos establecido de "representación". Esto significa que la "encarnación" de la idea tiene como vehículo el inconsciente, tal como ya hemos comentado, lo que se va estableciendo a lo largo de la filogénesis de la especie y hasta la del propio individuo; buena parte del "inconsciente colectivo" habría sido construido a partir de este hecho.

Al menos en el hombre existe una "manera" en que las ideas "se encarnan" en la estructura humana que tiene que ver con la sofisticación de su órgano cerebral y el sin fin de facultades, muchas aún no descubiertas, que posee y hace posible que esa "incorporación de ideas " (representaciones) adopte una variedad de formas. Pero en toda verdadera asimilación de ideas existe en el fondo una actitud que propicia una cierta sensación o sentimiento; sabemos por experiencia que es así como se afianza eficazmente el aprendizaje, o incorporación de outputs, sumamente eficaz, repito, si interviene aquel "darse cuenta" y el propio entendimiento. Por ello, "el recuerdo", en su manifestación viene siempre "impregnado" de ese componente de afectividad, que es lo que queda de la huella de sensaciones y sentimientos existentes en el momento del "marcaje" en la memoria.

(De la obra del autor Superego)

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