miércoles, 10 de marzo de 2021

Materia "animada"

¿En qué se distingue una máquina (por cierto, creación humana), de la máquina-cuerpo del ser vivo?


 ¿Qué ocurre en un mecanismo, u organismo realmente vivo?

Pues, sólo y nada menos que la aportación fundamental del llamado "de suyo" de la propia máquina a las salidas del sistema (al "comportamiento" del ser vivo, en otras palabras). ¿Y cómo puede ser esto?... ¿Qué hemos aportado a la cuestión, que se nos ha escapado?

El cambio se refiere a la "forma de actuación de la inteligencia sobre el mecanismo". Esta forma de actuación o incidencia ya no es externa, sino que se "confunden" actuación con inteligencia, al transformarse ambas en algo interno, en un "de suyo".

En un símil, en el caso del mecanismo simple, la acción del hombre (observador, sujeto, etcétera) se asemeja a un "operario" gobernando una máquina, en que su actuación se traduce en el "manejo" de una serie de palancas o mandos del aparato. Entonces, este último, si está en perfecto funcionamiento (no averiado), responderá fielmente (el "esclavo" informático) y de forma "totalmente previsible" a la acción de dicho operario.

Sin embargo, en el caso de la materia animada no existen palancas (mandos externos) que pueda "manejar ningún operador". La "inteligencia" de la misma máquina "gobierna" el mecanismo de forma directa, sin intermedio de mandos o palancas. Es más, no existe por ningún lado algo asimilable a mandos o palancas; es el organismo el que actúa al unísono, en todos los casos. (Eso no quita que existan subsistemas, dentro de todo el sistema que es el organismo, pero no es más que un aspecto funcional, pues la imbricación de todos los subsistemas es total y global en el sistema-mecanismo entero.)

¿Cómo, pues, puede manejarse la "máquina" organismo vivo (cuerpo)?... Pues de una forma tan "directa" que la simple "mente", a través del proceso de "implementación de la idea" (de cierta forma, el antiguo "logos"), es en sí la inteligencia y la acción juntas (una especie de dualidad, como en física la onda y el corpúsculo). Así que el organismo produce, entonces, "outputs" o salidas -comportamiento del ser vivo- que denotan claramente la actuación del "de suyo" de ese organismo (entonces ya transformado claramente en un ser vivo, en materia puramente viva): ¡El mecanismo ha incorporado al "sujeto" dentro! ¡El operador no es ya "exterior" al mecanismo, sino que se ha "introducido" en el mismo, es "interior" a él! También, paralelamente, hay un cambio "sustancial" en dicha materia "animada": aparece el "sentimiento" (una sensación interna). La materia se hace "sentiente", cuando todo mecanismo o aparato creado por el hombre es incapaz de sentir (es decir, no posee esa característica de la vida del "de suyo").

Lo básicamente novedoso es la aparición de una "voluntad" en la misma materia (esa materia-cuerpo tiene ya "voluntad", y por ende sentimiento). De esa "voluntad" original (la voluntad del filósofo Shopenhauer) nace todo lo demás, la misma vida.

Después de lo descrito, habría que analizar más detenidamente lo que ello supone... La materia se dota del "de suyo", y ello significa una voluntad, un sentimiento, un "hacerse sujeto", "un centrar el mundo sobre sí"... Todo ello constituye de forma indisoluble y no excluyente, la aportación del tal "de suyo".

Pero, al crearse aquella dualidad inteligencia-acción, dicha "fusión o síntesis" significa la transformación radical tanto de la inteligencia como de la acción, perdiendo ambas muchas de sus características definitorias... Para un "observador externo" (no el ser vivo que actúa) es apreciable en aquella "dualidad" la inteligencia que refleja la acción observada en el "comportamiento del ser vivo". O sea, es "perceptible" la "acción" y es deducible de ella la "inteligencia" que hay detrás de la misma... Mas para el propio ser vivo (el sujeto), ni hay "consciencia" de esa inteligencia (realmente es el "inconsciente" del propio sujeto el que actúa), ni hay "consciencia de que se está actuando, si no fuera por el efecto de dichas acciones sobre el "mundo exterior" (en su retroacción sobre el ser vivo). El organismo se limita a "vivir", solo "siente la vivencia", ese sentimiento básico de "sentirse vivo"... Desde esa vivencia "no actúa", habría que expresarlo mejor diciendo que más bien "despliega" su vida en el mundo. (Desde la radicalidad de su interior más íntimo se "despliega" hacia el exterior, hacia el mundo que, nuevamente, para un observador externo, presenta los aspectos de un comportamiento, de una forma de actuación ante el medio.)

Así que puede darse la paradoja, de hecho de lo más corriente, de observarse un comportamiento que a veces denota una alta inteligencia (caso humano), cuando el mismo sujeto no es "consciente" del alto grado de conocimiento e inteligencia que denota dicho comportamiento. (En la mayoría de los casos el hombre, por ejemplo, no siquiera tiene que "pensar conscientemente" -algo que, curiosamente, definimos como inteligencia humana- lo que tiene que hacer en las situaciones más cotidianas.) No hace falta recordar la cantidad de funciones altamente elaboradas que realiza el organismo humano sin ser plenamente consciente el mismo sujeto de ello; son lo que llamamos automatismos, precisamente un campo de investigación sumamente activo.

Del análisis de todo lo anterior, surgen cuestiones que parecen chocar con la lógica a la que estamos acostumbrados: ¿Cómo una inteligencia sin consciencia puede actuar? Parece que todo el proceso se inicia con una voluntad que construye una idea en la mente... La idea en la mente, ¿sería, entonces, capaz de "gobernar" el cuerpo, y ese gobierno significa establecer aquella dualidad inteligencia- acción? En nuevos artículos estudiaremos la cuestión.

(De la obra del autor Superego)

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