martes, 16 de marzo de 2021

El mundo de lo inaccesible. Indiferenciación inteligencia-accción

 Es la hora de explicar esta "fusión" o dualidad inteligencia-acción, es decir, ese "estado" (materia animada) donde la "criatura" domina desde dentro, o sea, ejerce "su inteligencia" sin intermedios -directamente sobre la totalidad de su sistema o cuerpo.


Este último estado en el límite no tiene "partes" dedicadas a algo específico (como órganos, etcétera), sino que es inespecífico: la acción se confunde con la inteligencia, de forma que no pueden distinguirse un cerebro "como sede posible de la inteligencia" y unos "órganos transmisores" de la "voluntad" del organismo.

Es difícil entender esa síntesis entre inteligencia y acción, puesto que nosotros estamos familiarizados con esa realidad que los presenta separados, pero esto no fue siempre así. Todo lo contrario, esta diferenciación surgió a partir de un estado inicial de la vida en que estaban indiferenciados: "la materia animada original". Así que podríamos aprender mucho de la inteligencia y la acción si nos remontáramos hacia atrás. El método sería hacer el "experimento mental" de "situarnos" en esta materia animada indiferenciada y especular, suponiéndole unas propiedades con capacidad potencial para que pudieran derivar de ella los estados de inteligencia (cerebro y mente) y de acción (órganos y sentidos) que observamos en la actualidad.

O sea, aquel estado indiferenciado se caracterizaría porque en él inteligencia-acción (aunque fuese de forma pasiva, entendido esto como reacción posterior retrasada, no "anticipativa", lo que ya significaría una "inteligencia" en la construcción de "incipientes modelos") sería una misma cosa, lo que supone que el "organismo" reaccionaría al unísono "sin estar dirigido" por parte alguna diferenciada del mismo con carácter general, sólo por áreas distintas según el tipo y clase del estímulo incidente, variación que no supondría un "centro localizado" evidente. Pero ese ser, al estar vivo, ya posee "unicidad" (característica básica del ser y la vida) y por tanto, una "voluntad" que se traduce paralelamente en esa síntesis inteligencia-acción y al mismo tiempo en sensación-sentimiento. Cualquier "estado" del organismo (materia animada) se traduce en una "sensación-sentimiento", lo cual no significa que posea la propiedad de la acción (realmente acción-inteligencia). La sensación-sentimiento es algo pasivo, y actúa como la "mecha inicial" de la explosión-reacción que se producirá a continuación. Esa sensación-sentimiento posee una "escala" o gradación entre agrado y desagrado, que indica realmente, aunque groseramente, lo que es "bueno y malo" para el organismo.

Pero la reacción en sí, como proceso, viene desarrollada por el otro factor inteligencia-acción. Y es este último factor el que en su evolución va diferenciándose en una cierta inteligencia, "concentrándose" y a la vez modulando un cerebro, y en la acción, cuya "realización", también, "modela" los diferentes "miembros y órganos".

El sentimiento-sensación produce la ignición de la mecha (es la causa original), como hemos dicho, pero está "incapacitado" para dirigir todo el proceso reactivo inteligencia-acción. No existe, todavía, el cerebro que en los animales, por ejemplo, dirige dicho proceso. La inexistencia de ese cerebro nos deja "un vacío" que confunde al filósofo y al mismo hombre de ciencia, ante una actuación inteligente sin sujeto (consciente) -cerebro o lo que sea- que la "realice"... Y es que quien "dirige" el proceso de esa reacción es la idea abstracta. Una idea "impregnando" el psiquismo (que no se identifica exactamente con la mente de un cerebro) de un organismo, es capaz de ¡dirigirle! Son las ideas, pues, las que tienen la "potencia suficiente" para dirigir el proceso de la reacción, de la inteligencia-acción. Y es que la idea es en sí inteligencia pura, que al "materializarse" en un organismo, es decir, al adquirir la propiedad característica de la materia, el movimiento (la acción) se transforma en una inteligencia-acción, factor sustancial de la voluntad, que hace posible la reacción del organismo vivo. Este factor, más el pasivo de sensación-sentimiento, configuran o componen el ser vivo.

Pero algunas ideas (abstractas) ya en los organismos dotados de cerebro (como el mismo hombre), al existir entonces, paralelamente, un cerebro que es en sí un almacén de ideas, en el que se establece el "juego de las mismas" -con su composición, reorganización, desarrollo y evolución-, para lo cual, primero se las "depura" de su componente "accional", se desarrollan y evolucionan asépticamente, y a continuación vuelven a "conectarse" a los circuitos de salida, los ya existentes órganos, perdiendo la propiedad "accional" o su componente material, "estado" en el que son "conocidas" por nosotros mismos, son  las que constituyen el contenido "consciente" del ser vivo. Aunque la gran mayoría de ideas, estas sí accionales, siguen componiendo, existiendo y actuando en el gran "iceberg" que constituye el "inconsciente" de dicho ser vivo.

 Evidentemente, este mecanismo es eficaz para que la voluntad pueda "expresarse" en reacción al medio, pero la descripción de dicho mecanismo nos permite distinguir "ciertas lagunas" en detrimento de la voluntad: son las "distracciones" de la voluntad las que permiten que se introduzcan "otras ideas" en el mecanismo anterior, entrando en el proceso reactivo; a continuación, la retroalimentación existente en todos los organismos origina las distintas inclinaciones "no deseadas" del ser vivo, que producen una potenciación mayor de esa "distracción" de la voluntad. Todo ello "encierra un peligro", así considerado por las distintas religiones, que consiste en un "desvío" del individuo de lo que se considera su "verdadera misión" (que no es más que el conocimiento y desarrollo "espiritual" del ser). De ahí la necesidad, según los moralistas, de domeñar las ideas, las mentes, para que "sólo florezcan las "ideas positivas" (en el sentido del "beneficio" del ser en las mismas).

Pero "ese peligro", por la posible introducción de la "negatividad" en las mentes, también y por el contrario, puede ser una catapulta para alcanzar más altos niveles en la evolución del ser. El procedimiento se describe en los diversos capítulos desarrollados en la obra Superego.

(De la obra del autor Superego)

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