Lo siento, no me acuerdo de su nombre... y mira que le estoy agradecido.
Corría el año 1961... Acababa de aprobar la Reválida del Bachiller Elemental en septiembre, después de un año ajetreado...
Como no había sido un buen estudiante hasta entonces, me habían suspendido dos asignaturas: Lengua y Latín... Y, ese año, último que fuimos a Lobios (Ourense), tuve que ir para recuperar a las clases que daba el alcalde del pueblo que, a su vez, era el profesor de la escuela... un hombre duro, de los que aplicaban aquello de "la letra con sangre entra"...
No me fue mal, pues algo aprendí, aunque en este sentido, mucho más fundamental fueron las clases que recibí durante el mes de agosto en un colegio que se situaba encima del "arco" del Pasadizo de San Ginés (Madrid), al lado de la famosa churrería... Allí aprendí la forma se sintetizar todo el Latín en dos folios... Todo muy rentable, pues como dije, aprobé la Reválida que me certificaba el pase a los dos cursos del Bachiller Superior.
Para mi padre fue una sorpresa, pues tenía muy reciente los apuros que pasó mi hermano mayor para aprobar esta Revalida.
El quinto curso lo empezamos en septiembre, y el profesor "de cuyo nombre no me acuerdo", que por más señas daba Política (no sé si la asignatura se llamaba "Formación Política"), era una buena persona, joven, un tanto adusto, pero con muy buen corazón... Precisamente, cuando murió mi padre, el fatídico 14 de noviembre de 1961 (yo había cumplido los 14 el reciente11 de noviembre), fue quien más me animó, diciéndome: "Dios aprieta pero no ahoga"... Inauguraba, pues, mi nueva situación de "huérfano".
Y ya entrado el año 1962, me acuerdo de dos circunstancias en relación a este profesor... Decir que mis años académicos, cuando empecé quinto curso, quizás por la "inercia" del resultado de la Reválida, cambiaron radicalmente... por poco no alcanzo al primero de la clase, un tal Carlos Segarra (el clásico alumno de 10 en todo).
Aquellas dos circunstancias, son notables para mí hoy, al acordarme de ellas... Una fue el trabajo que nos impuso el citado profesor, con ocasión de la Semana Santa de ese año, 1962... Lo mío fue una poesía que empezaba: "Semana Santa, Semana Santa que recuerda el episodio de la Virgen y Jesús que quiso Dios consagrar..." (Un notable fue la nota, y fue una de mis primeras poesías).
La otra circunstancia fue la redacción que nos encargó el profesor sobre el "Suburbano", que había sido inaugurado por el Caudillo el año anterior... Para el profesor había sido una obra muy importante, pues acercaba el extrarradio a la capital, lo que suponía un hito en el "Gran Madrid" que se adivinaba...
El Suburbano, muy parecido al Metro que ya existía en Madrid desde hacía mucho tiempo, tenía características propias: un ancho de vía algo distinto; circulaba casi todo su trayecto de unos 9 Km en superficie; y sus estaciones eran más largas que las del Metro, con dos andenes laterales para la entrada al tren y un andén central para su desalojo. Solo tenía seis estaciones: Plaza de España, Lago, Batán, Campamento, Aluche y Carabanchel.
Así que, acercaba la Casa de Campo (el Lago y Batán) al centro de Madrid (Plaza de España), proporcionando a los habitantes de la ciudad, un acceso fácil a esta zona de esparcimiento.
Gracias al profesor, el Suburbano de Madrid fue una de las primeras obras que de aquellos tiempos, quedaron en mi recuerdo...
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