viernes, 2 de octubre de 2020

El Miño y la tierra fronteriza portuguesa


 

Años hace y durante varios años, poseíamos, mi mujer (Natividad) y yo, una casa en Aldea de Abaixo en Ramirás (Ourense), y allí tuvimos la visita de familiares por su parte y la mía...

Una de esas visitas fue de mi cuñado Tomás, su mujer María Jesús, y sus amigos Berna, su esposa Mica y su amiga Cati.

Fue una estancia bien aprovechada: Tomás y Berna acostumbraban por la tarde a tomar un piscolabis en un bar cercano, lo que les ayudó bastante a conocer los alrededores...

Y en cuanto a los recorridos en coche, la visita al cercano río Miño no se hizo esperar... La anécdota: Berna casi sufrió un golpe de calor en el recorrido por el río a bordo de un catamarán. Hacía un excesivo calor... ¡cómo no van a fructificar las uvas de la ribera del Miño!... ¡El Ribeiro se lo agradecerá!

Las vistas de la ribera del río, con las aldeas "colgantes" en los montes, dan una bucólica imagen muy difícil de ver en otros lares.





Al desembarcar, en la proximidad de un precioso hotel, nos atrajeron las muñeiras que se oían desde su interior... Entramos en el hotel y nos sorprendió la la típica fiesta regional que se había montado para festejar un acontecimiento importante...


Otra visita indispensable era recorrer el Miño por su margen izquierda para ver la parte fronteriza portuguesa: la zona de Melgaco (Viana do Castelo) con su precioso Castelo, y la Sierra de Peneda que se corresponde, en el lado español, con las sierras de Basteira y Laboreiro (Entrimo- Terrachá).

Castro Laboreiro con sus reminiscencias medievales y muy particularmente sus restos prehistóricos, y todo el contorno dominado por su adusta fortaleza, requiere  una visita pormenorizada... zona agreste donde las haya, pero de una belleza majestuosa...


La comida en Melgaco, a base de bacalao, muy buena... Los portugueses cocinan el bacalao como nadie: es uno de sus platos típicos...

La visita a los pueblos de alrededor de Ramirás, Cortegada y Celanova, fue otra de las distracciones, junto al disfrute del "pulpo a feira".

En especial la visita a Vigo fue muy "productiva": Nunca comimos una mariscada de tal calibre... El establecimiento se iba a restaurar prontamente... No sé si ese fue el motivo, ¿quizás como despedida?... el caso es que después de una copiosa comida muy bien condimentada, y los licores en abundancia, como obsequio, nos quedó un recuerdo tan grato que no hemos olvidado.




En conjunto, una visita memorable que nos llenó de satisfacción.

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