jueves, 13 de febrero de 2014

La lengua de los pájaros.


(Del ensayo de José Ángel Valente titulado "Sobre la lengua de los pájaros")

"En la experiencia de los límites últimos del lenguaje concurren el poeta y el místico. Establecidos ambos en esos límites, no hay, por lo que a la naturaleza y operación de la palabra poética se refiere, diferencias discernibles entre uno y otro."

"Pero la palabra poética sólo se cumple o se sustancia en ese borde extremo del silencio último que ella integra y en el que ella se disuelve. No tiene esa palabra más territorio propio que el descrito en esta bellísima expresión de Hallâj: "Los desiertos de la proximidad". Palabra, pues, del límite, del borde o de la inminencia, la palabra poética no es propiamente el lugar de un decir, sino de un aparecer. El poema, al igual que el Señor del oráculo, no dice, no afirma ni niega, sino que hace signos; significa, pues, lo indecible, no porque lo diga, sino porque lo indecible en cuanto tal aparece o se muestra en el poema, lugar o centro o punto instantáneo de la manifestación. Por eso el poema, la palabra poética o el lenguaje poético no pertenecen nunca al continuum del discurso, sino que supone su discontinuación o su abolición radical. Y de ahí que sea de la naturaleza de la palabra poética quemarse o disolverse en la luz o en la transparencia de la aparición."

"Lugar el poema donde se cumple la nostalgia de la disolución de la forma, donde el lenguaje queda en suspenso (un no se qué que queda balbuciendo), detenido o deslumbrado por lo que en él se manifiesta, y donde, junto con el lenguaje, entran en su disolución o en su fâna las nociones de espacio y de tiempo o la noción de sí mismo o del yo."

"Tal es la experiencia extrema del lenguaje en la que el poeta y el místico concurren..."

"Al igual que el lenguaje queda abrasado o disuelto en la luz o en la transparencia de la aparición, así queda el yo vidente abrasado o disuelto en la transparencia de la visión, en un "estado en el que todas las fuerzas de la conciencia se aúnan/ volviéndose hacia una visión que aniquila a todo lo vidente". Y todavía: "Errante en los desiertos de la proximidad (...)/ Y en la proximidad, la visión de mí se ausentó de mí/ Tanto que olvidé mi nombre".

"Discontinuación del discurso y del tiempo, ritmo de relampagueante aparición y de cesación de todo (cesó todo y dejéme), de radical suspensión del lenguaje (recuérdese que formas poéticas como el haikú tienen, según entiende Barthes, por finalidad sustancial no generar o provocar lenguaje, sino suspenderlo), el ritmo natural o último de lo poético sería en el caso del Corán el subyacente en la discontinua estructura, en la abrupta composición, en las consonancias y disonancias del texto sagrado."

"La asociación de lo que aquí hemos llamado ritmo natural de lo poético a los textos sagrados es una segunda vía de religación entre el poeta y el místico. La lengua poética ha sido la lengua originaria de lo sagrado en todas las tradiciones. En la tradición islámica es, según recuerda René Guenon, la lengua que hablaba Adán en el Paraíso. Lengua primordial, lengua de la revelación solar, la palabra poética correspondería, en las formas de experiencia extrema que aquí hemos considerado, a lo que en el Corán se llama lengua de los pájaros."

"Y Salomón fue el heredero de David y dijo: Oh hombres, se nos ha enseñado la lengua de los pájaros y todas las gracias se han derramado sobre nosotros" (27.15).

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