viernes, 17 de enero de 2014

La intuición vivida -II-


Fe, costumbres, consejos, principios... ¡Había otros y funcionaban en otros mundos!... ¿No parecía que por ello, unos con otros se destruían?

Lo que fue guía, al entrar en las tinieblas se disolvió como el humo... ¡Y en seguida la desconfianza!... No hay nada que valga... ni maestros, ni métodos, ni enseñanzas milenarias, ni la misma ciencia pretenciosa en su afán de derribar la filosofía, pues al final encerraba en sí una monotonía, una interminable sucesión de teorías que en el fondo no eran más que número, y con ello vacío, la misma Nada...

Y, sin embargo, dentro nuestra llama no se apagaba, había una rebeldía cada vez mayor que salía a flote por encima de fangos y lodos de cualquier especie... ¡contra viento y marea!... Si la empresa era ardua, avasalladora, terrible... ¡más fuerte era nuestro espíritu!, ¡más fuerte se hacía la voluntad de ese Ser que anidaba dentro!... Si no había nada en qué apoyarse... ¡mejor!, ¡me tenía a mí mismo!... Claramente no existía ya nada "otro" que apoyase nuestra fuerza... y si no había nada "otro"... ¡éramos nosotros mismos!... Con ello se afianzó nuestro Ser... ¡Nada aguantaba los envites del tiempo!... Solo había una evidencia: ¡éramos nosotros mismos!... ¡Era nuestra Voluntad!... ¡mi Ser!.

Resultado: ¡Apareció la clarividencia del Ser!... ¡El Ser se iluminaba!... ¡Era la única luz en un mundo de tinieblas!... ¡Cuanto más negra era la noche, con más fuerza refulgía nuestro Ser! Y si no había nada fuera de mí, ni guía, mi luz sólo podía estar en mí, ¡yo, minúscula mota ante el impresionante edificio de la ciencia y la tecnología!... , ¡pero partícula viva en un mausoleo de cadáveres!... ¡Yo tenía vida, yo tenía intuición!: ¡Intuición vivida!

Mi única arma, mi honda, era yo mismo. Era un canal que parecía insignificante, pero que se abría hacia el infinito, la conexión entre microcosmos y macrocosmos: ¡eso era la tan denostada intuición!

¡Cuán pronto decidió la ciencia derribar a su David, la intuición, reconociéndola como tal!... ¡Cuán pronto tal vía fue desterrada como engendradora de error, cuando las más sublimes páginas de esa ciencia fueron escritas desde la intuición!... Un mal ejemplo, y la excepción fue tomada como regla, y como "interesaba" fue aceptada sin reservas: ¡Había que eliminar la intuición!

¡Pero qué tengo yo que no sea la intuición, lo más genuino de mí!... Ella extiende mis brazos más allá, a donde sólo llega ella, hacia el macrocosmos, hacia el infinito... ¡La intuición como el pensamiento empapa todos los ámbitos!... ¿Qué necesito más que mi intuición?... ¿Qué preciso más que mirar en mi interior, donde la intuición aguarda?... ¡Es el vaso del que bebo, y me sacia diariamente!

Y así habló la intuición:

"Hoy quiero hablarte amiga Razón de aquellas revelaciones que en sueños puso en mí el Ser, ansioso de alcanzar la quietud al transmitir el antiguo legado que lo mantenía en vela por tantos y tantos evos. De ellas nació este discurso: (*)"

(*) Se refiere a la parte DESARROLLO de la presente obra -"El cierre del círculo".

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