sábado, 22 de octubre de 2022

Un universo de consciencias

 "La traza vital de cada criatura permea el universo"

Ya hace tiempo que me incliné por la hipótesis de que cada consciencia y todas juntas constituyen la verdadera esencia del universo. En el universo no solo se da la evolución biológica, sino una mayor que es la que supone la evolución de cada criatura en el sentido completo total, su esencia, su incremento de consciencia. Así cada ser vivo tiene una traza vital en el universo que es su vida entera, su historia, con indiferencia del conocimiento que lo demás tengan sobre ella: es un diálogo entre el ser y la realidad del mundo.


Pero además, como cada ser tiene su impronta en el universo, el conjunto de dichas consciencias sería una envolvente que representaría lo más genuino de dicho universo, del mundo; para mí lo más importante: el universo está "permeado" por todas las consciencias de los seres vivos: en verdad, por todas las pequeñas historias de cada criatura. Aquí el tiempo no significa nada, si no es la correa de transmisión de la evolución, y en esta última son los presentes quienes portan la bandera de la actividad material de tales consciencias. El resto del tiempo, pasado y futuro, son tan reales, tienen existencia dentro del universo, aún cuando carecen de la acción que si poseen los presentes.

En conjunto, pues, el universo evoluciona, sobre todo en cuanto a la consciencia como un todo que da a luz una criatura sorprendente que es la llamada Criatura Suprema, origen y final de toda la evolución: el Alfa y el Omega del filósofo Teilhard de Chardin. Se adivina una especie de evolución dentro de la Nada, desde el caos inicial del Taoísmo a la divinidad representada por ese Ser Supremo, que al final hizo capaz la Creación entera.

Claro que ante semejante panorama, yo mismo me encuentro tan desvalido como el propio San Agustín al intentar explicarse al mismo Dios: ¡Nos supera en mucho y solo podemos adivinar una minúscula parte de su inmensidad!

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