lunes, 11 de noviembre de 2013

Finito e infinito (Metafísica).


"El Ser por naturaleza es ilimitado (asimilable a infinito). La vida, la materia, está construida sobre lo finito.

Desde el punto de vista filosófico, finito e infinito forman parte de dos mundos totalmente distintos... De ninguna forma lo infinito es una "extensión" de lo finito... No es un problema de cantidad (por cierto, concepto solo atribuible a lo finito), sino de cualidad, de naturaleza.

Creo que la actitud de asignar cualidades finitas al infinito es un tremendo error que repercute negativamente en la posible explicación de la naturaleza o esencia del Ser (criatura del infinito).

Sin embargo, no ocurre que uno de los mundos, finito e infinito, sea finito y el otro no... ¡Ambos son reales! Luego deben convivir, coexistir, armonizarse de algún modo... ¡Las paradojas deben ser desterradas!

Cuestiones tales como el origen de Dios, la "muerte" del Ser, etc., como conceptos o criaturas del mundo infinito, dejan de ser "medibles" con las magnitudes de nuestro mundo (universo) cotidiano a las que estamos acostumbrados. Quiero decir que debemos aplicar cierta relatividad cuando hablamos de tales conceptos en nuestro lenguaje "humano". Todo ser vivo o temporal, como criatura del tiempo, nace y muere, aparece y desaparece. Su ente, naturaleza o esencia de su Ser, como criatura de lo ilimitado e intemporal, es una criatura del infinito, y en él no pueden "definirse" (sino ficticiamente) su nacimiento y menos su muerte (por cierto, tal "nacimiento" no puede "confundirse", ni, por supuesto, "identificarse", con el nacimiento biológico).

Es claro que si el Ser se "autocrea" (lo que supone una progresión) necesita del tiempo, indudablemente unido al movimiento, entonces, sólo puede autocrearse en el mundo de lo finito, del movimiento: el universo.

La vida (temporal, finita) es la expresión de tal "autocreación del Ser", pero el Ser "ya autocreado" no es finito: es una criatura del infinito. Nacimiento y muerte no son, pues, "sucesos o acontecimientos" del propio Ser.

La cantidad, el número, encierran en sí una limitación, o sea, pertenecen al mundo de lo finito... En el mundo de lo infinito no hay tal limitación, por ello no existe la medida: nada puede ser medido, tasado o "comparado": ¡Es un mundo de cualidades, no de cantidades!... ¡Las posibles "comparaciones" van de la mano de la "semejanza" o la similitud en lo cuantificable o numerable (por tanto, sin figuras -medibles-, ni leyes -también, siempre medibles-, etc.)! Sólo existe, pues, lo sensible, sensaciones y emociones, a las que no pueden aplicarse ninguna ley medible, expresable en el tiempo. Son, por consiguiente, independientes respecto a cualquier "marco espacio-temporal" -suceso o acontecimiento-. "Se sienten", pero no se "expresan" con ninguna objetividad, en otras palabras, "no tienen influencia" sobre las subjetividades de los demás seres: ¡pertenecen, entonces, únicamente a la "interioridad" de cada Ser, y no hay límite o "constreñimiento" en lo "ilimitado" de la esencia de dicho Ser!

Recapitulando: El sentimiento del Ser es ilimitado, aunque no hay progresión (acontecimientos o estados que vayan "constriñiendo" a los siguientes); hay "vivencia íntima"... Se podría decir que, desde tal punto de vista, hay un "cierto movimiento", inconcebible para nuestra mente espaciotemporal."

(De la obra de Alejandro Álvarez Silva "Paradigma")

1 comentario:

  1. Bastante interesante. Aquí se muestra como el mundo de lo interno se vuelve inefable, incomparable e indefinible. Y muestra donde deben buscar los que buscan lo infinito, el Absoluto. Saludos

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