Dos mundos aparentemente distintos se deslizan ante nuestros ojos y nuestro entendimiento, cual si fueran, en bastantes ocasiones, opuestos en sus cualidades, contrapuestas unas a las otras... algo que a lo largo de la historia ha confundido y aún confunde a las mentes más prolíficas y preparadas de nuestro entorno social. Lo fue para Descartes con su dualismo, cuerpo y alma, y ha seguido siendo así hasta nuestros días.
No obstante, hoy, un monismo, quizás no confesado abiertamente, salpica los distintos ámbitos científicos, a costa de ir eliminando uno de los componentes del dualismo: el alma.
De cualquier forma, es una obviedad negar las diferencias cualitativas que persisten en el llamado mundo científico, abanderado por las ciencias que apellidamos exactas, como la Física y la Matemática, y otras tan cercanas como la Cibernética, la Biología, la Neurociencia en sus distintas especialidades, etcétera, y aquello que anteriormente estudiaban las llamadas "carreras" de Letras... Entre medias una Psicología a la que sus detractores nunca dieron completa "carta de validez"...
Así y resumiendo, quedaba establecido un mundo al que llamábamos de la "objetividad" ("real" para algunos), y otro "mundo de cualidades" (qualia), que la Ciencia en sí le resultaba muy difícil de estudiar... a veces, y muchas, hasta se le "desplazaba" fuera de las fronteras de la misma Ciencia. Emociones, sentimientos, cualidades volitivas y mentales, el sentido de la belleza, el arte, etcétera, llenaban estanterías enteras de temas ante los cuales la Ciencia prefería sentirse ajena...
Pues bien, sin extenderme mucho más ante asuntos tan inabarcables, enjundiosos y complejos, mi pretensión en este pequeño trabajo es ensanchar un poco más el formidable edificio de la Ciencia, sin perjudicar el amplio campo de cuestiones tan importantes para el ser humano que constituyen en conjunto: la Religión, la Historia, la Metafísica y otras.
Ya supuso una revolución considerable en nuestras mentes la asimilación de la equiparación del concepto clásico de la masa física con la energía, en la famosa fórmula de Einstein, E=mc², que significaba que la masa (con su característica propiedad de la "inercia") era energía extraordinariamente concentrada, hasta el punto que su súbita transformación en energía equivalía a una deflagración de efectos catastróficos (base de la bomba atómica).
Pues, ahora, pretendo convencer (especialmente a mí mismo) de la bondad de una hipótesis, que significaría una nueva revolución en el mismo ámbito, "que la energía también posee otra cualidad excepcional, cuando se dan unas circunstancias especiales", que trataré de exponer en lo siguiente. Y esa cualidad no es, ni más ni menos, que la "sensación", es decir, que la masa-energía se hace "sensible", siente, y en ello radican las facultades percibidas en los seres vivos de consciencia, voluntad, etcétera.
Y he de aclarar que, en mi opinión, no estamos ante una "emergencia" que justificaría el dualismo de Descartes, sino que la energía, la energía-materia, posee siempre tal propiedad, tal cualidad, aún cuando no estemos en disposición de observarla en multitud de ocasiones, dada nuestra nula sensibilidad ante tal hecho en los niveles evolutivos más bajos, al punto que denominamos como masa-energía "inerte" a este estado, es decir, la tradicional masa de la Física.
Existe, pues, una continuidad, en otras palabras, podemos decir que la energía existe en tres estados diferentes: energía a secas, masa inerte concentrada, y masa-energía sentiente.
Que esta última, según nos enseña la experiencia, se establece, más que sobre la materialidad pura de las partículas, sobre un campo electromagnético (cerebro vivo), es otra cuestión que analizaré oportunamente.
(En la imagen Pitágoras. Artículo extraído del ensayo del autor "Consciencia y sensación")
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