martes, 31 de agosto de 2021

La senda de lo divino

La evolución religiosa y filosófica que me ha acompañado a lo largo de los años, a mi parecer ha sido trascendente en lo que a mí atañe... De una educación, por las circunstancias, de enfoque cristiano-católico, ya desde la pubertad, un amplio horizonte de incógnitas no resueltas ocupó mi pensamiento. De forma somera tal evolución aparece en mis escritos, tales como: "Mis planteamientos", "El legado", "¿Por qué sigo creyendo en Dios?", "El sentido del universo", y sobre todo en la obra "Melodía en las estrellas".

Tengo que lamentarme del hecho de la paulatina acritud de mi carácter a medida que el tiempo me ha ido desvelando la actitud mayoritaria de la sociedad humana, que parece dirigirse a lo más sórdido de la conducta, pues, exceptuando el aspecto técnico, trae más males que bondades.

Y no era así, en mi opinión, en los años 90 del siglo anterior, precisamente cuando escribía "Melodía en las estrellas"... Parecía que el mundo se dirigía hacia un cierto consenso espiritual, donde guerras y toda clase de males podrían ser aisladas dentro de un horizonte de solidaridad y empatía general... Pero las últimas décadas han alimentado mi escepticismo: ¡No veo tal progreso, sino por el contrario, un apresurado camino hacia el vacío y la autodestrucción!

No estoy hablando del símil del "Infierno de Dante", pero las cosas parecen no estar encauzadas en absoluto hacia aquello que anteriormente se llamaba humanismo.

Sin embargo, en el artículo (ver Simbiotica´s Blog) "Cosmovisión: el sentido del universo", aporté la idea de que el universo en sí, sí parece tener un sentido plenamente justificado en dirección al acto de crear, que conducía inexorablemente, en el devenir de los tiempos, a la manifestación de la Criatura Suprema a la que llamábamos Dios: un lejano futuro iluminado por la suprema luz de la divinidad.

Mi tristeza se cimenta sobre la tremenda probabilidad de la autodestrucción de la estirpe humana, tal como van las cosas ( y en contra de lo que soñaba en la "Melodía de las estrellas"), hasta el punto de que sería muy dudoso que esta humanidad, que para Nietzsche tendría que conducir al Superhombre, alcanzase tal objetivo...

Pero hay una realidad indiscutible: la evidencia de la Creación que nos rodea supone (volver a releer "el sentido del universo") que la evolución del universo condujo a un éxito extraordinario: ¡la presencia del propio Dios! Opino (véanse mis escritos citados), que nosotros, las criaturas vivientes, somos copartícipes de tal Creación... Que todo nació de esa Nada del Caos original, de un pálpito del mismo, en una indeterminación temporal... algo mínimo apareció, y su evolución es la creación que vemos y que condujo a Dios (en el futuro), y los tentáculos de Este en el pasado (¿mundo cuántico?), propiciaron nuestra propia creación... ¡Esa evolución del universo en el futuro hizo posible a Dios, luego dicha evolución no fue "abortada" ante la "evidencia de Dios"! Si la evolución no fue abortada, y nuestra estirpe humana parece abocada hacia la autodestrucción, no es la humanidad o su estirpe la que abanderó o abanderará tal evolución... Consecuencia: Otros seres del inconmensurable universo habrán conducido y conducirán la evolución en la "senda de la divinidad" hasta la consecución del Ser Supremo... Pues bien, quizás no sea obra de una sola especie viviente, sino la elaboración y contribución de muchas otras...


Yo quiero contribuir, aunque sea modestamente, a la consecución de tal objetivo; ser partícipe, uno más, de la construcción de esa senda que nos lleva a Dios... Si la humanidad se conduce por otros derroteros que no llevan a tal fin, lo lamento por mis congéneres: ¡Yo pertenezco a la "senda de lo divino"... ese es mi faro y ese es mi afán!

¡Un misterio insondable, sí, pero una ilusión que solo se agota en el infinito!

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