miércoles, 12 de febrero de 2020

Sentido del universo y sentimiento religioso


Después de escribir dos recientes artículos, "Evidencia del final" y "Los espíritus: ¡cosa de vivos!", apareciera que no doy cuenta de esa parte a la que aludimos como "sobrenatural", que ciertamente también constituye parte sustancial de la andadura humana, y a la que no quiero, en ningún modo, menospreciar...

Solo el tiempo que nos ocupa en la aventura humana, según unos, poco, y para otros trascendental, merece que exprese, ¡cómo no!, mi opinión al respecto.

Hay otro artículo, muy querido, que escribí no hace mucho y que está publicado en el Blog Simbiotica, "El sentido del universo", en el que expresaba claramente mi pensamiento acerca del tema. Pero antes y siguiendo el hilo de los artículos citados al principio, y en los que hacía ver la dicotomía existente en la psiquis del hombre, entre la evidencia clara de la muerte como un absoluto del que no podemos escapar, y el sentimiento de eternidad que parece contradecir al anterior, me preguntaba ¿por qué la evolución ha creado tal aparente paradoja en la mente humana?... Mi razonamiento era que no se debía a la evolución biológica darwiniana que sí ha ido prefigurando a las especies, sino que aquí, en el humano, la sociedad humana, es la evolución "cultural" la que hay que tener en cuenta... Bien, pero eso no aclara por qué la evolución cultural condujo a ese resultado y no a otro en el que ambas "tendencias" se compaginaran mejor entre sí... Es evidente que hay alguna "fuerza", un algo en el universo que en el caso del hombre conduce, o le impulsa a ese "polo" de la eternidad (algo claro en la criatura humana, al identificarse en gran grado con el sentimiento religioso; sería, pues, altamente aconsejable contrastar tal hecho con otros seres de nivel mental semejante o parecido, para corroborar tal aserto- ¿contactos con seres extraterrestres?)... Si así fuera, que es precisamente mi hipótesis, esa "tendencia", ese sentimiento de futuro eterno que aparece en un ser finito, caduco como nosotros, si como sabemos, no nos conduce a tal fin, sí significa algo en cuanto a nuestra descendencia, nuestros sucesores a lo largo del tiempo, y en último caso a la aparición de una figura culmen, atisbada a lo largo de los evos: el Ser Supremo del que habla la religión... Así, apuntaba en el citado artículo, "El sentido del universo", a dos factores que lo harían posible: la "acción" de las consciencias tomada como demiurgo, y el "bagaje" de potencialidades vislumbradas como posibilidades proporcionadas por las leyes preexistentes...

A partir de ya, el sentimiento religioso, la moralidad a la que debe conducir nuestro comportamiento es el hacer posible el advenimiento de esa Criatura Suprema (algo así como engendrar el Superhombre anunciado por Nietzsche en su obra "Así habló Zaratustra").

Por consideraciones de orden cuántico sobre la "retroactividad del tiempo", como una especie de "feed back" cabalgando sobre el tiempo, en el que lo que somos actualmente es el reflejo, también de nuestra actividad en el presente, pero con repercusiones en el pasado, podemos decir que ¡somos co-creadores del propio universo y de la Criatura Suprema, que a su vez nos "impulsa" desde el origen!

Y termino aquel artículo diciendo: "Solo se necesitó de una única "pulsación" del caos original (que continúa siendo un misterio), para que desde allí apareciese el evolutivo universo y su Creador, con su magnífico esplendor".

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