martes, 25 de febrero de 2020

Avatares del "gusanillo" de la Ciencia


Como bien saben los agentes de patentes, son innumerables las que se presentan o se presentaban pretendiendo romper el sacrosanto principio de "conservación de la energía".

Por supuesto, nunca se ha logrado tal, y no estaría de más, como alguna vez se pretendió, desechar sin más toda aquella solicitud de patente cuyo pretensión fuera la descrita: ¡se ahorrarían muchos esfuerzos y desencantos si así fuera...!

Pero el hecho es que así ha sucedido en multitud de ocasiones y siempre acompañadas de una noble actitud, ¡que no soberbia, por supuesto!... Así que no fue muy extraño que yo mismo "picara el anzuelo", si así pudiera considerarse...

La invención, el ingenio en el intento de resolver asuntos que consideraba importantes, venía de lejos... ¡Ya con muy pocos años, ideé una especie de arco que lanzaba múltiples flechas, algo así como una ametralladora de flechas!... Sobre el papel lo veía más que evidente, y así llegué  a materializar la idea, aunque me faltaban medios...

En el bachiller creaba esquemas de experimentos físicos que no dejaron de quebrar la cabeza de mis profesores de Física... Posteriormente, terminados esos estudios e inmerso en la preparación para ingresar en la Academia Militar del Aire  llegué a formular dos modelos de cohetes que pretendían proporcionar un empuje variable a los mismos: muy grande al lanzamiento y cada vez menor en vuelo... Y tuve de acompañamiento a un tal Luna (no me acuerdo más del nombre) que me ayudó a diseñar la maqueta...

Bueno, y ya para terminar con mis años mozos, fueron mis primeros años de la Academia General del Aire los que me ocuparon al respecto, en el diseño de un invento que sí llegué a patentar (oficialmente) y que tiene que ver con lo referido al principio del artículo. En él pretendía enfrentar entre sí, como contrapunto, el principio de acción y reacción de Newton, con el principio de conservación de la energía... En mi opinión, si se cumplía el primero, desembocaría en un incremento energético, dada la disposición del aparato en tal sentido...

El diseño consistía en un rotor con dos brazos y dos ejes. En uno de los brazos existía una gran masa que daba vueltas alrededor de uno de los ejes, impulsada por un sistema de cohetes. (Ver figura)





De resultas del impacto de los gases de los cohetes sobre los álabes de la masa se creaba un fuerza sobre el eje, opuesta a la fuerza del empuje del sistema de cohetes, creándose entonces un par de fuerzas que, a su vez hacia girar todo el conjunto sobre el otro eje. Toda la fuerza de los gases de los cohetes al impactar sobre los álabes hacia girar la gran masa, acumulando una gran energía rotatoria en la misma, pero también el par de fuerzas citado antes hacia girar todo el conjunto, añadiéndose otra energía de rotación a todo el conjunto...

Imbuido de las descripciones de Albert Einstein, en su ejemplo de las aceleraciones en un ascensor, para explicar la equivalencia entre masa gravitatoria e inercial, abstraí el experimento imaginando un entorno como el de la figura siguiente: álabes y cohetes tenían una posición fija en todo momento que se asemejaba a la imagen del ascensor.
Suponiendo (erróneamente, como después vi) que toda la energía de los gases del sistema de cohetes se acumulaba en la gran masa en su giro sobre el primer eje, la energía que "aparecía" en el conjunto completo en rotación sobre el otro eje era un "añadido": ¡se había creado energía!

Había que hacer el experimento... ¡Y lo hice!... Después de más de un contratiempo entre los que figuraba la petición de que mi tío (que trabajaba en la Renfe) me fabricara una rudimentaria base para la colocación de los ejes, la compra de algún equipo de medida que resultó un fiasco, y de cohetes, que fueron de feria pero sin explosivo -no encontré otros-, ¡hice el experimento!... Claro, resultó bastante ruidoso, y con peligro para el cuarto de baúles donde lo ensayé (en plena Academia)... Se supo y no se supo... ¡A la fuerza mis compañeros tuvieron que enterarse!

Y es que hasta que no se hace, aunque sea una mínima prueba práctica, cualquier planteamiento teórico tiene sus errores... En mi caso, el simple movimiento de giro de la masa, me hizo comprender inmediatamente el error, que teóricamente no vi: "el experimento mental que había previsto, no era semejante al del ascensor de Einstein"... En el último había aceleraciones lineales; en el mío, aceleraciones centrífugas que cambiaban totalmente el panorama... Resumiendo: "El movimiento de todo el aparato sobre el segundo eje, producía sobre la gran masa que rotaba sobre el otro, un movimiento inercial de sentido contrario, en detrimento de la acumulación de energía sobre el anterior, así que la energía obtenida se dividía proporcionalmente alrededor de cada uno de los ejes: ¡No había creación de energía!"

Una experiencia muy instructiva para el futuro, pero con un apreciable gasto en medios y tiempo... ¡el "gusanillo" de la Ciencia!

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