sábado, 14 de marzo de 2020

Tanta ciencia para tan poco: el "balbuceo" de nuestra conciencia


A medida que transcurre el tiempo, una evidencia sacude nuestro entendimiento: ¡cuánta ciencia encierra nuestro "material" cuerpo lleno de vida...!

El cuerpo, el alma... ¡cuántos siglos de tradición en torno a ellos!... Religión, filosofía, metafísica... Desde Descartes, y mucho antes con el fenómeno religioso, ambos conceptos han coexistido, aún cuando la modernidad los ha mantenido en solfa... ¡Da igual!... todo el mundo los entiende, cuando se refiere a ello.

El considerable avance de la Biología nos ha mostrado la complejidad de la vida, de las criaturas vivas... Su química orgánica es compleja, sumamente compleja y encierra en sí montones de incógnitas, que van siendo despejadas día a día y que van creando nuevas a medida que se avanza en su conocimiento... Tal complejidad causa asombro, aún para el avezado especialista que se adentra en sus misterios... Esa maravilla que llamamos cerebro y su "conectoma" guarda, en sus escasos 1.400 gramos, la complejidad de todo un universo... ¡Y no es sobrenatural o mágico!... Está aposentado sobre los cimientos de la más asentada ciencia: neurocientíficos, genetistas, especialistas en inteligencia artificial... El volumen del nuevo conocimiento es asombroso... ¡Tanta ciencia!... Y toda alrededor de aquello que los antiguos llamaron "cuerpo", ciertamente, entonces muy infravalorado ante la magnificencia del espíritu...

Los hombres sabios de Grecia, los filósofos greco-romanos ensalzaban el equilibrio entre ambos ámbitos (cuerpo y alma)... lo que encerraba el adagio: "Mens sana in corpore sano"... La religión cristiana lo sacralizaba en otros, como: "Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios"... O aquella frase que encerraba toda la sabiduría de su doctrina: "Ama a tu prójimo como a ti mismo".

Se buscaba aquel equilibrio, en el que los estoicos no eran ajenos... Pero, ¿dónde está ahora el equilibrio?... Es tal la magnitud de los descubrimientos aportados hoy por la ciencia sobre el organismo vivo que, sin discusión, el elemento material, orgánico, del ser vivo ha crecido informativamente de forma exponencial, así que el equilibrio citado se ha "desplazado" considerablemente hacia el lado del cuerpo, dejando en un depauperado espacio el ámbito de lo espiritual, que aquí lo concreto, como más representativo, en la consciencia,  en particular la conciencia humana.

Un humanismo trasnochado sobrevaloró este aspecto del hombre, marcando una primacía en el conjunto ser vivo que, ante los adelantos expuestos, no deja hoy de parecer ridículo... La Evolución, a través de miles de millones de años de contingencias, inconscientemente o quizás no tanto, ha creado la maravilla biológica que se presenta ante nuestros ojos... Tanto trabajo (consciente o no), para ¡tan poco!... Es decir, para que algunos de tales organismos presenten el "balbuceo" de una consciencia, cuyo único objetivo es conservar una vida individual, por cierto, de duración insignificante ante la megaconstrucción de la Evolución; se antoja, ¡un pírrico resultado!... Y ese humanismo, precisamente, elogiaba esto último, sobre todo el fenómeno vital de la naturaleza en su esplendor...

Lo dicho, hay un "desequilibrio en el equilibrio"... El equilibrio está, ahora, fuertemente desplazado en dirección a la materialidad (biológica) del ser vivo... ¡No creo que la naturaleza realice tantos esfuerzos, para tan poco!...

El objetivo no debe ser la conciencia individual de criaturas tan temporalmente limitadas... Claramente, todo cambia si miramos hacia el futuro, la descendencia, lo que ha de venir, seres mucho más avanzados y una esperanza del futuro universal vital mucho más brillante... Así, pues, descendencia y futuro del Cosmos deberían ser nuestros objetivos y, por consiguiente, una moralidad o vínculo de actuación y comportamiento nuevo que, superando ideologías políticas y religiosas del pasado, nos vincule al futuro, debería formar parte de la ética de nuestros días.

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