Según expliqué en artículos recientes, la segunda manifestación de la naturaleza nos indica que la esencia (cualidad) que constituye el ser queda configurada sobre ese mundo de cualidades de la segunda manifestación: esa "esencia" queda modelada y prefigurada a partir de la propia "actividad" de la criatura a lo largo de su vida, en una suerte de doble creación, desde la propia criatura con su actividad, y el "don" proveniente de las propiedades de la segunda manifestación (el mundo ha sido creado por el "Ser Supremo", desde las dos manifestaciones del universo: la material -reino de la físico-matemático-, y la cualitativa -mundo de cualidades que proceden directamente de la divinidad).
La suma de procesos, desde abajo (lo material), y desde arriba (lo cualitativo), permite que la actividad de la criatura (voluntad, libre albedrío, etcétera) origine su propia creación (esencia). Expuse hace años que "el hombre es libre, solo y únicamente porque se crea a sí mismo".
Esa esencia permanece en el mundo de la segunda manifestación y se "individualiza" al óbito: pasa a un estado de permanencia en lo que se denomina Nada, componente del Tao supremo. Solo la Criatura Suprema es capaz de redirigirte a tal estado, como componente individual, nunca en fusión completa con Ella (al contener cierta "impureza" interna), pero sí acompañándola en su devenir eterno dentro del Tao.
Ahora, recordando a San Agustín, desde tales puntos de vista, esa situación colma de satisfacción al espíritu que es la esencia de la criatura. En palabras de San Agustín: "Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta descansar en ti".
En un artículo característico al respecto, propuse una nueva Cosmovisión y un sentido del universo: existe una co-creación del propio Cosmos, de la Criatura Suprema y de las propias criaturas inteligentes (humanos, etcétera); desde el origen al futuro (humanos) y desde el futuro al origen (del Omega al Alfa) por parte de tal Criatura.
Aquí es donde tiene sentido la "sublimación" expresada en el título del artículo. La co-creación de los seres inteligentes en el primer aserto, es el origen de la "sublimación" que aportamos tales criaturas vivas en la propia constitución del Ser Supremo. Una especie de "destilación" esencial producida en el alambique de la evolución, una "sublimación" de todo lo mejor en la esencia divina. ¡Un nuevo misterio sí, pero la divinidad sigue permaneciendo mucho más allá de nuestro propio entendimiento!
"Sublimar" es la palabra, pero...
Es tal la magnitud de todos estos planteamientos que, quizás, todas las creencias e ideologías, históricamente transcurrentes, hacen casi imposible la adopción de los mismos... ,entonces, ¿sería conveniente la aplicación de la consabida "deconstrucción"?... Mas, ¡eso llevaría inconscientemente a un relativismo nada sano!
Para mí, lo mejor o lo más eficaz sería desestimar toda "deconstrucción" que no produzca una clara "emergencia" hacia los nuevos planteamientos.
Sí: "la palabra clave hoy es sublimar".
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