viernes, 9 de junio de 2023

Sueño, infinito, realidad...

 Una reciente tarde disfrutando relajadamente del ocio y la curiosidad proporcionada por un documental televisivo de la NASA... Por cierto, un estupendo documental basado en las imágenes proporcionadas por sus artilugios enviados a lo largo de los años al espacio: Mariner, Voyager, etcétera.

Documental largo, de varias horas de duración, que explica en imágenes el recorrido viajero espacial, primero en dirección al Sol, nuestra estrella, partiendo de nuestro satélite lunar, hacia Venus y Mercurio... Después en dirección al exterior del Sistema Solar, desde Marte, Júpiter con sus satélites principales, Saturno con sus anillos y satélites más interesantes, haciendo hincapié en los colosales Io y Europa y sus posibilidades de vida extraterrestre; siguiendo por Urano y los últimos planetoides, entre ellos Plutón. A continuación, y ya basándose en las imágenes del telescopio espacial  Hubble, las estrellas más cercanas con imágenes fantásticas, así como el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, y la formidable y cercana galaxia Andrómeda. Aquí los años luz serán los que pausen nuestro caminar, pues los kilómetros se antojan una medida insignificante, 20, 30, 200 millones de años luz... púlsares, agujeros negros, gigantes rojas, enanas blancas, estrellas de neutrones, una serie de de elementos del Cosmos que nos indican su inmensidad, hasta los 13.800 millones de años donde se supone que todo nació, el mismo espacio y tiempo, en el llamado Big Bang.



La nitidez del recorrido, su "paisaje" reflejado en esas imágenes espléndidas, nos acerca a un entorno cercano en el que como en un paisaje de nuestra hermosa Tierra, sus árboles, rocas, ríos y demás nos son familiares, pertenecen a nuestra vida ordinaria, a nuestra realidad más inmediata, nuestro hábitat, nuestra casa, consustanciales con nosotros mismos (el llamado "yo" y sus circunstancias). Sí, este entorno inmediato (si así podemos tratar los años luz, tratándose del espacio) nos parece tan real, tan objetivo como el paisaje natural que nos rodea... pero, los cientos de años luz a los que se sitúan esas otras estrellas, constelaciones y galaxias cuyas imágenes solo pueden construirse de una forma un tanto abstracta a partir de métodos como el de los "anillos de Einstein", u otros más sofisticados, hacen que su realidad, su objetividad aparezca más difusa: ¡si fuera impresionista, diría que en cierto modo son impresiones, más que imágenes realmente objetivas, en otras palabras, más cercanas a la abstracción matemática!

Todo ello, y desde cierta perspectiva, se asemejaría a un sueño... para mí, desde luego. Y curioso que un especulativo observador situado a esos cientos de millones de años luz, lo apreciaría con la objetividad de su realidad inmediata, de su paisaje incontrovertible... O sea, ese, a mi parecer, sueño (por su poca definición en ese espacio inmenso), es la realidad más objetiva para tal observador... Y más teniendo en cuenta, complicando aún más la especulación, que existe un universo que por el hecho cierto de la recesión de las galaxias, ni aún con los instrumentos más avanzados, debido a la simple ley física que indica que su alejamiento se realiza a más velocidad que la de la luz, nunca podremos observarlo, ¿qué nos importa, entonces su realidad-objetividad?: ¡Parece más un sueño de una mente acalorada, infestada de manipulación abstracta matemática, una verdadera y trasnochada fe en bases científicas!

Y es que para nosotros el infinito, que a todos los efectos, dada su magnitud, es lo que nos parece, se confunde con las especulativas deducciones de un sueño, de una abstracción que en esencia parece carecer de realidad.

En lo grande, en lo inmenso, pues, la realidad se diluye al igual que en lo pequeño, en lo minúsculo, en el mundo subatómico de la cuántica, donde la realidad es totalmente especulativa, simplemente una posibilidad de existencia.

¡Sueño, infinito, realidad... todo se confunde en los límites de la abstracción!

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