lunes, 4 de diciembre de 2023

No hay infierno, mas el cielo es un gran desconocido (2ª parte)

 La Cosmovisión sugerida en todos los anteriores recientes escritos de Foro Esencia y este mismo Blog, concluye con la total ausencia del infierno al que se refieren  muchas confesiones religiosas, así como la más conocida de la "Divina Comedia" de Dante Alighieri... Sencillamente, no hay lugar para el mismo: todos los "espíritus" correspondientes a los seres vivos, a la muerte acceden a esa situación esencial que definí como "lo que hubiere", asimilable en cierta forma al Tao oriental con la particularidad, muy notoria, de dejar de ser el prístino Caos, y sí una "morada" de criaturas "traslucidas" en la propia Criatura Suprema. En verdad y en cierto modo, parece la idea de Manes (Maniqueo) de que sólo después de la muerte del cuerpo serán elevados a la región de la luz los elementos que habrán podido desprenderse de la materia. Aquí parece con un carácter universal.

No hay infierno por consiguiente, pero sí morada de los espíritus de aquellas criaturas vivas anteriores que con sus acciones en el universo evolutivo de la Creación, propiciaron su propio alumbramiento, su verdadera creación espiritual. Dije que en el óbito se produce el "salto" automático a tal morada descrita, automática, pues dichos espíritus que siguen al óbito, dejan de pertenecer al tiempo del universo, que solo rige durante su vida terrenal... Es decir, desde el óbito a su ingreso en la "morada"; para ellos es como si transcurriera un tiempo nulo, pues para tales ese tiempo dejó de existir.



Tampoco puede considerarse la "morada" como un cierto, en palabras vulgares, "ajuste de cuentas" por las injusticias que hubieran podido producirse en la anterior vida temporal... Y ello se deduce de la evidencia de que nadie sabe ciertamente los designios de Dios (Criatura Suprema), y más dentro de su propio mundo más identificable ("morada"). Y solo Él y su voluntad pueden regir en el mismo... Viene a cuento, aquí, lo que propuse sobre la existencia del mal en el mundo, algo ajeno al mismo Dios, y solo achacable a las disfuncionalidades de las propias sociedades construidas por humanos u otras criaturas vivas.

Y, además, tras la somera descripción anterior de algunos de los cielos/paraísos propuestos por filósofos y religiosos, está claro que dichos cielos/paraísos no son más que extensiones en el ultramundo de su "tradición religiosa particular", es decir, algo puramente mundano.

Y hasta en la ciencia existen tales prejuicios (Leyes de Clarke), como indica la futurología del escritor Arthur C. Clarke.

Las tres leyes son:

1. Cuando un científico distinguido pero de edad avanzada afirma que algo es posible, es casi seguro que tiene razón. Cuando afirma que algo es imposible, es muy probable que esté equivocado.

2. La única forma de descartar los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos hacia lo imposible.

3. Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada  es indistinguible de la magia.

Y su variación:

* Cualquier inteligencia extraterrestre suficientemente avanzada es indistinguible de Dios. (Última ley de Shermer)

Yo añado que no hace falta recurrir a esta 3ª Ley de Clarke, sino que en verdad, el mundo, la naturaleza es verdaderamente mágica, maravillosa para el que lo sepa ver. Hay melodías, poesías, obras de arte, sensibilidades que nos elevan a la autocontemplación, hacia el éxtasis en ocasiones, que quisiéramos prolongar hasta el infinito, ab eterno... ¡Imagina que tales instantes no acabaran nunca, que fuese tu presente para siempre! ¿No sería eso vivir en el verdadero cielo?

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