lunes, 16 de octubre de 2023

Correcciones a la obra "Consciencia y sensación"

 En mi obra Consciencia y sensación establecí que la "sensación" era una propiedad más de la materia, aserto que aunque no del todo falso, sí habría que hacer ciertas precisiones al respecto que se me antojan fundamentales.

La segunda manifestación de la naturaleza/universo ("sensación"), no "adorna" a la simple materia como tal, sino a las estructuras/organismos construidas con ella.

Las manifestaciones no se refieren a la dualidad materia/sensación, sino a lo que verdaderamente constituye un ser vivo o ser/criatura en general: dualidad estructura (material)/sensación.

Y es que son tan básicas y fundamentales tanto la primera manifestación como la segunda, y ninguna de las dos, en principio, da a luz a la segunda, es decir, de ninguna de ellas "emerge" la otra.

Por eso, en la creación del mundo, el universo, nos hemos olvidado de la mitad del acontecimiento.

La Ciencia estima que el universo se creó a partir de un punto de densidad infinita (o casi) que explosionó, y al que llama Big Bang. Acontecimiento que se refiere a la materia-energía definida en la Teoría de la Relatividad General tan brillantemente presentada por el genio alemán Albert Einstein.

Todo ello se referiría a la primera manifestación (materia) del universo. Desde ese mismo momento se crearía, también, el tiempo y el espacio. No se dice nada de una posible fase  o estado "precedente" del universo... Solo hay especulaciones.

¿Y la segunda manifestación?... siendo tan prístina u original como la primera... ¿Qué hay de su origen?



Creo que se planteó mal la cuestión... Big Bang o no, las leyes del universo existen, alguien o algo las estableció, y dichas leyes comprenden no solo las que afectan a la primera manifestación, sino a la totalidad que incluye, también, la segunda manifestación... Que se expresen o no depende de las circunstancias, que para la primera manifestación, se supone que fue desde el Big Bang, pero la segunda, lógicamente, desde la aparición de cada ser, cada estructura material (organismo, Kuerpo- la ampliación del propio concepto de cuerpo que propuse en artículos anteriores) que apuntara hacia la vida... Pero tengo que establecer de una forma clara, nítida, algo que me parece esencial: "la materia (ampliada o no) no es la precursora de la segunda manifestación"; es decir, no hay ninguna "emergencia" que desde la primera manifestación dé a luz a la segunda. ¡Ambas son básicas y fundamentales en la "completitud" del mundo!

Si al principio solo existía un caos, la Nada, en ella pululaban indivisiblemente ambas manifestaciones. El tiempo, la evolución, fue la chispa que inició la diferenciación, la aparición de los seres desde el Alfa al Omega... pues ¡quién sabe hacia qué maravilloso y trascendental futuro nos conducirá!

No puede haber una manifestación sin la otra: una dirigida hacia el exterior (objetividad); y otra hacia el interior (subjetividad). Dos aspectos de la misma realidad, cual la onda y el corpúsculo.

Como en la sociedad actual, estamos ante lo práctico lo rentable, hay que asegurar el retorno de los medios gastados o consumidos en la consecución de los adelantos técnico/científicos, por eso se nos dirá, principalmente por el científico/investigador que, ¿para qué aportar esfuerzos en el estudio de la segunda manifestación, si aportando estos mismos medios a la primera manifestación obtenemos los mismos beneficios?; es decir, si cuantificamos y establecemos leyes prácticas para la obtención de los mismos resultados, parece superfluo dedicar tiempo y dinero a algo, en su opinión, casi metafísico (especulativo).

¡Si el estudio de la "conciencia" no es una prioridad para el nivel cultural e intelectual del hombre actual, que venga Dios y lo vea! Es necesario para la salud psicológica de la criatura humana, para la filosofía pura que inició la andadura científica, para... como expresé en uno de mis últimos trabajos, "el buen morir"... No olvidemos que al final, lo único verdaderamente importante para el individuo, es su presentación, sin bagajes de ningún tipo, ante la omnipotencia divina.

Siempre fue la aspiración del filósofo recorrer el camino que conducía al sí-mismo; ahora sigue constituyendo la meta final no ya del filósofo, sino de cualquier individuo que se considere humano.

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